lunes, septiembre 28, 2009

DESARROLLO URBANO Y LA VALORACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL DE BUCARAMANGA

Ponencia
II Foro de Patrimonio Cultural de Bucaramanga

Bucaramanga, Septiembre 28 – 29 de 2009

DESARROLLO URBANO Y LA VALORACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL DE BUCARAMANGA


Para iniciar esta presentación quisiera indicar que me limitaré al Patrimonio Cultural Inmueble, por ser el más afín a mi área de conocimiento, de igual manera establezco líneas generales dejando a los historiadores las precisiones, detalles y fechas.

Para afrontar esta temática partir de una base común, plantear unas ideas, buscar unas definiciones que nos permitieran una comunicación objetiva.

La definición de patrimonio cultural que propongo a este foro es la que se manifiesta en la Ley 1185 de 2008:

"Artículo 4°. Integración del patrimonio cultural de la Nación. El patrimonio cultural de la Nación está constituido por todos los bienes materiales, las manifestaciones inmateriales, los productos y las representaciones de la cultura que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la lengua castellana, las lenguas y dialectos de las comunidades indígenas, negras y creoles, la tradición, el conocimiento ancestral, el paisaje cultural, las costumbres y los hábitos, así como los bienes materiales de naturaleza mueble e inmueble a los que se les atribuye, entre otros, especial interés histórico, artístico, científico, estético o simbólico en ámbitos como el plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico o antropológico.”

Más difícil proponer una definición de Desarrollo Urbano…, podría proponer el concepto del crecimiento físico de la ciudad basado en la ampliación de la ocupación del territorio, construcción y ampliación de vías y la construcción de nuevas edificaciones, marginando un poco o, tal vez mucho los aspectos culturales, sociales, económicos y ciudadanos. Una definición para nada “correcta” desde lo técnico pero si muy próxima al imaginario colectivo…


CARACTERIZACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL INMUEBLE DE BUCARAMANGA
Considerando el proceso histórico de Bucaramanga, un pueblo de indios erigido luego parroquia con la denominación de “Real de Minas”, denotando su actividad minera, pero jamás fundada y por tanto carente de un real ordenamiento espacial inicial más allá de los cercados que delimitaban las iniciales propiedades; construida muy lentamente con los materiales disponibles en el sitio y momento: maderas y pajas, que fueron evolucionando a tapia y madera y más tarde, a la tapia y la teja de barro. A medida que la actividad comercial de la ciudad crecía se incrementaba la disponibilidad de los recursos económicos de la población y el número de habitantes, ya en 1750 se organizó la población siguiendo los patrones conocidos en la época (damero español): se constituyó la plaza o parque central ocupando el sitio céntrico, y estableciendo en su contorno las sedes de administración religiosa, civil y militar, de igual manera se dio el inicio al trazo de las vías siendo la de mayor importancia la Calle Real (hoy calle 35), partiendo de la esquina noreste de la plaza hacia el norte. Los lotes cercanos a la plaza fueron dados en propiedad a las familias más prestantes y renombradas de la sociedad de esos tiempos.

Podríamos entonces caracterizar estas construcciones iniciales como típicas de su época y de la condición de la naciente población.

De la primera etapa de maderas y pajas, quedan las crónicas. De la etapa del crecimiento primero (la tapia y la teja) quedan algunos vestigios en parte gracias a que el crecimiento se dio en expansión y traslado de actividades a los nuevos terrenos y no a reconfiguraciones de lo existente…

Dada esta condición inicial del poblamiento y la población, la arquitectura de la época colonial en Bucaramanga puede entonces caracterizarse por ser una arquitectura sin arquitectos, modesta y vernácula, con poca o ninguna monumentalidad (iglesias incluidas), eso sí, con la particular condición de la ciudad comercial, las edificaciones albergaban tanto la vivienda como los sitios de producción y comercio de las preciadas artesanías, sombreros y tabacos. Esto hasta finales del siglo XIX y principios del XX, cuando se inicia la transformación de la ciudad y la apropiación de nuevos materiales y estilos, concordantes con el auge de recursos y la posición geográfica relativamente ventajosa en el camino que comunicaba la costa con la capital, que generó un movimiento y una gran vida cultural a la ciudad, con una arquitectura llena de referentes a países europeos, pero igualmente modesta y vernácula en su mayoría, hecha por los maestros constructores que memorizaban y adaptaban los diseños de las obras de los más pudientes a las clases populares, para llegar a hoy con el cemento, el acero y el vidrio característicos de una arquitectura que se instaura fuera del contexto y puede estar ubicada en cualquier lugar del mundo.

En resumen: las edificaciones sobresalientes en la ciudad no alcanzan la magnitud de las de las ciudades de reconocida riqueza arquitectónica en el país, sin importar la época de su construcción.


EL “DESARROLLO URBANO”
Las condiciones del “Desarrollo Urbano” de la ciudad están enmarcadas en dos elementos fundamentales: La propiedad de la tierra y las condiciones geográficas.

Al momento de la erección parroquial las tierras fueron repartidas entre pocas familias, ello permitió a unos pocos poseer grandes extensiones los conocidos “llanos” a que se refieren crónicas e historia, quienes a medida que era necesario, vendían o donaban porciones de sus tierras permitiendo los nuevos desarrollos, situación que se mantuvo durante buena parte de la vida de la ciudad y cambió durante el siglo XX ya que entonces los herederos de estas propiedades, decidieron desarrollarlas por si mismos.

Por estar ubicada en una meseta y rodeada de montañas, la ciudad tiene una limitación natural para su crecimiento físico y por lo tanto, no puede extenderse indefinidamente.

Si bien durante un cierto momento fue posible extender los limites con la apertura de vías, construcción de puentes sobre las quebradas y más tarde su relleno para construir vías sobre ellas, se llega el momento en que la presencia de de los vehículos automotores y el cambio del uso original de la vivienda en el sector histórico influenciado por la presencia institucional de las entidades de gobierno de la ciudad y el departamento, así como en los sectores residenciales hacen necesaria una nueva transformación que requiere ampliación de vías y demoliciones para las nuevas construcciones; de igual manera desde el último tercio del siglo XX, el aumento de la población y las nuevas tendencias en la arquitectura, el urbanismo y la incipiente planeación, inician la presión sobre los barrios de viviendas solariegas, cercanos al centro y a las nacientes zonas de desarrollos de contenedores comerciales, llenos del encanto de su apacible conjunto, que terminan siendo demolidos inmisericordemente por la piqueta del “progreso” para dar paso a edificios “modernos” y a la demolición de una manzana completa del centro histórico para hacer una plaza cívica sin dejar testimonio de lo que en un momento existió allí


LA VALORACIÓN
Lo anteriormente expuesto, nos lleva al ejercicio de preguntarnos si esta ciudad de comerciantes conoce el valor de la memoria del pasado, de su pasado.

Por ser motivo de otra ponencia de este foro, no voy a referirme a los aspectos que se tienen en cuenta para la valoración de los bienes de interés cultural inmueble, me referiré particularmente al que en mi parecer, es uno de los más importantes a tener en cuenta para realizar el ejercicio de la valoración de de un bien inmueble, posiblemente de interés cultural, es el aspecto relacionado con el valor que la sociedad y los ciudadanos le dan a ese bien, la apropiación social y el reconocimiento al mismo, ello, separado de cualquier otro de los aspectos como la historia, la autenticidad, la autoría u otro en este sentido.

En la ciudad se percibe una tendencia a desdeñar la memoria, falta de visión para entender la riqueza histórica y valorar el patrimonio cultural, mucho menos la valoración como bien productivo de una de estas edificaciones, producto de adecuaciones para aprovechamiento turístico o de otra índole.

El desarrollo de los hechos descritos anteriormente nos muestra que, en apariencia, no existe en general memoria y por tanto un punto de referencia para apropiar y valorar cualquier bien por parte de los habitantes. De igual manera se percibe esta carencia en la dirigencia de la ciudad, la el desconocimiento lleva a la falta de valoración y por ende no se realizan gestiones para su preservación. En apariencia…

Sin embargo, existe un pequeño reducto que nos trae luces: fue la ciudadanía la que se movilizó para solicitar el rescate del edificio del Teatro Santander obligando a su declaratoria como Bien de Interés Cultural y su posterior adquisición por parte del Municipio; es la ciudadanía la que identifica el edificio de la Plaza San Mateo como un Bien de Interés Cultural pese a la demorada gestión de la administración para su recuperación y a no ser BIC; es la iniciativa privada la que rescata del olvido y la obsolescencia la “Casa de las Navas” para convertirla en la “Casa del Libro Total”; es la ciudadanía la que genera el debate sobre la conservación ó no del Cementerio Universal en el desarrollo de las alternativas de solución a la prolongación de la carrera 9ª, y son los entendidos los que descalifican su valor; y así podríamos seguir nombrando casos en los que la solicitud de la ciudadanía se ha manifestado unos con resultados positivos al patrimonio y otros no tanto: la Casa Cadena, el Teatro Unión, las intervenciones en San Laureano y la preservación del entorno de la Capilla de los Dolores.

Cabe aquí una reflexión: el hecho de no ser monumental ¿le quita valor y hace descartable a la arquitectura modesta de Bucaramanga?

De igual manera es importante resaltar la importancia de la propiedad privada: el monopolio que define los usos y aprovechamientos del suelo urbano con base en la rentabilidad financiera esperada, generando una nueva ciudad no – consensuada.


LOS INVENTARIOS
Un aspecto para la valoración por parte de la ciudadanía es el conocimiento y puesta en valor de lo existente pero, ¿conocemos lo existente?

¿Qué es lo de valor patrimonial existente?
¿Cuál es su estado?
¿Cuál es su valor? ¿Qué lo determina?
¿Qué debe quedarse? ¿En qué condiciones?

Las tradiciones urbanas y arquitectónicas tienen un valor testimonial, su primer arraigo en la cultura popular es la historia, la realización de un inventario real sobre el patrimonio bumangués se torna en una necesidad imperiosa a fin de poder dar alguna respuesta técnica y científica a las preguntas anteriores; las presiones económicas sobre el suelo urbano y la actual tendencia a que se establece a partir de una dualidad entre la renovación urbana y la preservación hacen urgente esta acción a fin de garantizar la inclusión del patrimonio en esta actuación de una manera sostenible y evitar que sea arrasada en nombre del progreso y el desarrollo.

No hay una certeza sobre el patrimonio cultural inmueble de la ciudad, se reconocen valores a los monumentos nacionales y algunas edificaciones puntuales; algunos estudiosos y entidades han elaborado trabajos más o menos amplios y sustentados sobre el mismo, pero el inventario como tal y bajo los parámetros establecidos por el Ministerio de Cultura, planteado desde la formulación del POT en el año 2000 no ha sido realizado.

ACCIONES OFICIALES
Esto nos lleva a revisar las acciones oficiales frente al patrimonio: desde lo local, el POT contempla un listado inicial de edificaciones y conjuntos urbanos dentro de la ciudad, contemplando para algunos de ellos restricciones para su intervención y la de su entorno las cuales deben obtener la aprobación de la Oficina Asesora de Planeación antes de que se les expida la licencia de construcción por parte de las curadurías urbanas.
Si bien se determinó en el POT la realización del inventario de manera conjunta entre la Oficina Asesora de Planeación, el Instituto Municipal de Cultura y el Área Metropolitana de Bucaramanga, no hay acuerdo entre las entidades ni se destinan los recursos para su realización. Sólo hasta el presente año se destinó una modesta apropiación presupuestal para realizar una labor de identificación preliminar de bienes de interés cultural.

En noviembre de 2007, se creó el consejo superior asesor de patrimonio cultural de la ciudad que como pudimos apreciar durante la realización del Primer Foro, ha encontrado dificultades para operar de manera permanente.

Preocupante es la situación de la Estación del Ferrocarril del Café Madrid, único Bien de Interés Cultural de carácter nacional que es propiedad del Municipio: al estar descuidado fue invadido por desplazados y su estado deja mucho que desear.

Desde lo nacional, la legislación y la normativa están planteadas para bienes declarados de ámbito nacional, dejando sin herramientas efectivas a los niveles departamental y municipal para ejercer controles y establecer reglamentaciones, ya que en teoría, deben dictaminar su propia legislación al respecto; el acceso a los cada vez más exiguos recursos de orden nacional se enreda en los vericuetos de las burocracias de todos los niveles.

Las acciones sobre lo que es de competencia del nivel central en lo local son difusas: no hay claridad de la participación en la restauración del edificio del Antiguo Colegio del Pilar; se está a la espera de la definición de la necesidad de realización de los Planes Especiales de Manejo y Protección de los BIC de carácter nacional, y en caso afirmativo, la asignación de recursos para ello.

Como punto interesante, cabe acotar que la ciudad cuenta con un inventario de bienes muebles de interés cultural en espacio público realizado por el Museo de Arte Moderno de Bucaramanga por encargo de la administración municipal.

Estos ejemplos puntuales nos llevan a la revisión de la acción del estado frente al patrimonio: ¿Es falta de conocimiento, desinterés, personal no capacitado ni calificado o una simple falta de voluntad política lo que ha llevado a la situación actual?

ACCIONES PRIVADAS
En general la actuación privada frente al patrimonio es insensible, al no contar con declaratorias que lo reglamenten y protejan, no es tenido en cuenta y como ya se enunció anteriormente, prima la rentabilidad del suelo sobre cualquier otra consideración, con la excepción de la intervención para la recuperación de la “Casa de las Navas”, la tendencia general es descuidar las edificaciones hasta que el deterioro lamentablemente termine por derribarlas o sencillamente derribar todo sin consideraciones para dar espacio a edificios en altura.

En lo referente a los establecimientos de educación superior la incipiente labor de concientización a través de asignaturas con temas de patrimonio en algunas carreras, aún no muestra resultados.


PARA FINALIZAR
El caso de Bucaramanga, nos refiere más que todo a elementos puntuales, muy pocos conjuntos o agrupaciones están en ese listado del imaginario del ciudadano lego o del experto, bástese el caso del conjunto Plaza Mayor de la Ciudadela Real de Minas puesto junto a barrios como la Aurora, Bolarquí, Sotomayor, Diamante II o agrupaciones como Conucos y Neptuno por mencionar solo unos cuantos.

Pretender un conservadurismo per-se, es una posición ilógica, la museificación no es una opción que garantice la sostenibilidad; las dinámicas poblacionales y de comportamiento de las ciudades y sus territorios, sus habitantes – residentes- ciudadanos, no hacen viable esta proposición, pero tampoco la nueva moda de la renovación urbana a partir de la demolición de lo existente, opciones intermedias requieren acciones que aunque permitan la preservación de la memoria y del patrimonio, lo hagan también con la recuperación y revitalización de sectores urbanos que de otra manera están condenados a la degradación, desaparición y olvido.

Es vital y urgente la realización de un inventario de patrimonio técnico y científico que permita establecer la real dimensión del patrimonio y las acciones para garantizar la preservación de la memoria en convivencia armónica con una ciudad que vive un constante cambio y requiere espacios para su renovación.

Se requiere un compromiso real de los entes estatales frente al patrimonio, que permita por una parte el conocimiento y por otra las actuaciones sobre el mismo a la sociedad mediante la normatización tendiente a su protección y preservación, incentivando la participación ciudadana. Las campañas y acciones de los grupos de vigías en la ciudad deben ser dirigidas a un público cada vez más amplio para generar conciencia ciudadana sobre el mismo. Aunado a esto, la vinculación formal de la academia es crucial