lunes, septiembre 28, 2009

DESARROLLO URBANO Y LA VALORACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL DE BUCARAMANGA

Ponencia
II Foro de Patrimonio Cultural de Bucaramanga

Bucaramanga, Septiembre 28 – 29 de 2009

DESARROLLO URBANO Y LA VALORACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL DE BUCARAMANGA


Para iniciar esta presentación quisiera indicar que me limitaré al Patrimonio Cultural Inmueble, por ser el más afín a mi área de conocimiento, de igual manera establezco líneas generales dejando a los historiadores las precisiones, detalles y fechas.

Para afrontar esta temática partir de una base común, plantear unas ideas, buscar unas definiciones que nos permitieran una comunicación objetiva.

La definición de patrimonio cultural que propongo a este foro es la que se manifiesta en la Ley 1185 de 2008:

"Artículo 4°. Integración del patrimonio cultural de la Nación. El patrimonio cultural de la Nación está constituido por todos los bienes materiales, las manifestaciones inmateriales, los productos y las representaciones de la cultura que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la lengua castellana, las lenguas y dialectos de las comunidades indígenas, negras y creoles, la tradición, el conocimiento ancestral, el paisaje cultural, las costumbres y los hábitos, así como los bienes materiales de naturaleza mueble e inmueble a los que se les atribuye, entre otros, especial interés histórico, artístico, científico, estético o simbólico en ámbitos como el plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico o antropológico.”

Más difícil proponer una definición de Desarrollo Urbano…, podría proponer el concepto del crecimiento físico de la ciudad basado en la ampliación de la ocupación del territorio, construcción y ampliación de vías y la construcción de nuevas edificaciones, marginando un poco o, tal vez mucho los aspectos culturales, sociales, económicos y ciudadanos. Una definición para nada “correcta” desde lo técnico pero si muy próxima al imaginario colectivo…


CARACTERIZACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL INMUEBLE DE BUCARAMANGA
Considerando el proceso histórico de Bucaramanga, un pueblo de indios erigido luego parroquia con la denominación de “Real de Minas”, denotando su actividad minera, pero jamás fundada y por tanto carente de un real ordenamiento espacial inicial más allá de los cercados que delimitaban las iniciales propiedades; construida muy lentamente con los materiales disponibles en el sitio y momento: maderas y pajas, que fueron evolucionando a tapia y madera y más tarde, a la tapia y la teja de barro. A medida que la actividad comercial de la ciudad crecía se incrementaba la disponibilidad de los recursos económicos de la población y el número de habitantes, ya en 1750 se organizó la población siguiendo los patrones conocidos en la época (damero español): se constituyó la plaza o parque central ocupando el sitio céntrico, y estableciendo en su contorno las sedes de administración religiosa, civil y militar, de igual manera se dio el inicio al trazo de las vías siendo la de mayor importancia la Calle Real (hoy calle 35), partiendo de la esquina noreste de la plaza hacia el norte. Los lotes cercanos a la plaza fueron dados en propiedad a las familias más prestantes y renombradas de la sociedad de esos tiempos.

Podríamos entonces caracterizar estas construcciones iniciales como típicas de su época y de la condición de la naciente población.

De la primera etapa de maderas y pajas, quedan las crónicas. De la etapa del crecimiento primero (la tapia y la teja) quedan algunos vestigios en parte gracias a que el crecimiento se dio en expansión y traslado de actividades a los nuevos terrenos y no a reconfiguraciones de lo existente…

Dada esta condición inicial del poblamiento y la población, la arquitectura de la época colonial en Bucaramanga puede entonces caracterizarse por ser una arquitectura sin arquitectos, modesta y vernácula, con poca o ninguna monumentalidad (iglesias incluidas), eso sí, con la particular condición de la ciudad comercial, las edificaciones albergaban tanto la vivienda como los sitios de producción y comercio de las preciadas artesanías, sombreros y tabacos. Esto hasta finales del siglo XIX y principios del XX, cuando se inicia la transformación de la ciudad y la apropiación de nuevos materiales y estilos, concordantes con el auge de recursos y la posición geográfica relativamente ventajosa en el camino que comunicaba la costa con la capital, que generó un movimiento y una gran vida cultural a la ciudad, con una arquitectura llena de referentes a países europeos, pero igualmente modesta y vernácula en su mayoría, hecha por los maestros constructores que memorizaban y adaptaban los diseños de las obras de los más pudientes a las clases populares, para llegar a hoy con el cemento, el acero y el vidrio característicos de una arquitectura que se instaura fuera del contexto y puede estar ubicada en cualquier lugar del mundo.

En resumen: las edificaciones sobresalientes en la ciudad no alcanzan la magnitud de las de las ciudades de reconocida riqueza arquitectónica en el país, sin importar la época de su construcción.


EL “DESARROLLO URBANO”
Las condiciones del “Desarrollo Urbano” de la ciudad están enmarcadas en dos elementos fundamentales: La propiedad de la tierra y las condiciones geográficas.

Al momento de la erección parroquial las tierras fueron repartidas entre pocas familias, ello permitió a unos pocos poseer grandes extensiones los conocidos “llanos” a que se refieren crónicas e historia, quienes a medida que era necesario, vendían o donaban porciones de sus tierras permitiendo los nuevos desarrollos, situación que se mantuvo durante buena parte de la vida de la ciudad y cambió durante el siglo XX ya que entonces los herederos de estas propiedades, decidieron desarrollarlas por si mismos.

Por estar ubicada en una meseta y rodeada de montañas, la ciudad tiene una limitación natural para su crecimiento físico y por lo tanto, no puede extenderse indefinidamente.

Si bien durante un cierto momento fue posible extender los limites con la apertura de vías, construcción de puentes sobre las quebradas y más tarde su relleno para construir vías sobre ellas, se llega el momento en que la presencia de de los vehículos automotores y el cambio del uso original de la vivienda en el sector histórico influenciado por la presencia institucional de las entidades de gobierno de la ciudad y el departamento, así como en los sectores residenciales hacen necesaria una nueva transformación que requiere ampliación de vías y demoliciones para las nuevas construcciones; de igual manera desde el último tercio del siglo XX, el aumento de la población y las nuevas tendencias en la arquitectura, el urbanismo y la incipiente planeación, inician la presión sobre los barrios de viviendas solariegas, cercanos al centro y a las nacientes zonas de desarrollos de contenedores comerciales, llenos del encanto de su apacible conjunto, que terminan siendo demolidos inmisericordemente por la piqueta del “progreso” para dar paso a edificios “modernos” y a la demolición de una manzana completa del centro histórico para hacer una plaza cívica sin dejar testimonio de lo que en un momento existió allí


LA VALORACIÓN
Lo anteriormente expuesto, nos lleva al ejercicio de preguntarnos si esta ciudad de comerciantes conoce el valor de la memoria del pasado, de su pasado.

Por ser motivo de otra ponencia de este foro, no voy a referirme a los aspectos que se tienen en cuenta para la valoración de los bienes de interés cultural inmueble, me referiré particularmente al que en mi parecer, es uno de los más importantes a tener en cuenta para realizar el ejercicio de la valoración de de un bien inmueble, posiblemente de interés cultural, es el aspecto relacionado con el valor que la sociedad y los ciudadanos le dan a ese bien, la apropiación social y el reconocimiento al mismo, ello, separado de cualquier otro de los aspectos como la historia, la autenticidad, la autoría u otro en este sentido.

En la ciudad se percibe una tendencia a desdeñar la memoria, falta de visión para entender la riqueza histórica y valorar el patrimonio cultural, mucho menos la valoración como bien productivo de una de estas edificaciones, producto de adecuaciones para aprovechamiento turístico o de otra índole.

El desarrollo de los hechos descritos anteriormente nos muestra que, en apariencia, no existe en general memoria y por tanto un punto de referencia para apropiar y valorar cualquier bien por parte de los habitantes. De igual manera se percibe esta carencia en la dirigencia de la ciudad, la el desconocimiento lleva a la falta de valoración y por ende no se realizan gestiones para su preservación. En apariencia…

Sin embargo, existe un pequeño reducto que nos trae luces: fue la ciudadanía la que se movilizó para solicitar el rescate del edificio del Teatro Santander obligando a su declaratoria como Bien de Interés Cultural y su posterior adquisición por parte del Municipio; es la ciudadanía la que identifica el edificio de la Plaza San Mateo como un Bien de Interés Cultural pese a la demorada gestión de la administración para su recuperación y a no ser BIC; es la iniciativa privada la que rescata del olvido y la obsolescencia la “Casa de las Navas” para convertirla en la “Casa del Libro Total”; es la ciudadanía la que genera el debate sobre la conservación ó no del Cementerio Universal en el desarrollo de las alternativas de solución a la prolongación de la carrera 9ª, y son los entendidos los que descalifican su valor; y así podríamos seguir nombrando casos en los que la solicitud de la ciudadanía se ha manifestado unos con resultados positivos al patrimonio y otros no tanto: la Casa Cadena, el Teatro Unión, las intervenciones en San Laureano y la preservación del entorno de la Capilla de los Dolores.

Cabe aquí una reflexión: el hecho de no ser monumental ¿le quita valor y hace descartable a la arquitectura modesta de Bucaramanga?

De igual manera es importante resaltar la importancia de la propiedad privada: el monopolio que define los usos y aprovechamientos del suelo urbano con base en la rentabilidad financiera esperada, generando una nueva ciudad no – consensuada.


LOS INVENTARIOS
Un aspecto para la valoración por parte de la ciudadanía es el conocimiento y puesta en valor de lo existente pero, ¿conocemos lo existente?

¿Qué es lo de valor patrimonial existente?
¿Cuál es su estado?
¿Cuál es su valor? ¿Qué lo determina?
¿Qué debe quedarse? ¿En qué condiciones?

Las tradiciones urbanas y arquitectónicas tienen un valor testimonial, su primer arraigo en la cultura popular es la historia, la realización de un inventario real sobre el patrimonio bumangués se torna en una necesidad imperiosa a fin de poder dar alguna respuesta técnica y científica a las preguntas anteriores; las presiones económicas sobre el suelo urbano y la actual tendencia a que se establece a partir de una dualidad entre la renovación urbana y la preservación hacen urgente esta acción a fin de garantizar la inclusión del patrimonio en esta actuación de una manera sostenible y evitar que sea arrasada en nombre del progreso y el desarrollo.

No hay una certeza sobre el patrimonio cultural inmueble de la ciudad, se reconocen valores a los monumentos nacionales y algunas edificaciones puntuales; algunos estudiosos y entidades han elaborado trabajos más o menos amplios y sustentados sobre el mismo, pero el inventario como tal y bajo los parámetros establecidos por el Ministerio de Cultura, planteado desde la formulación del POT en el año 2000 no ha sido realizado.

ACCIONES OFICIALES
Esto nos lleva a revisar las acciones oficiales frente al patrimonio: desde lo local, el POT contempla un listado inicial de edificaciones y conjuntos urbanos dentro de la ciudad, contemplando para algunos de ellos restricciones para su intervención y la de su entorno las cuales deben obtener la aprobación de la Oficina Asesora de Planeación antes de que se les expida la licencia de construcción por parte de las curadurías urbanas.
Si bien se determinó en el POT la realización del inventario de manera conjunta entre la Oficina Asesora de Planeación, el Instituto Municipal de Cultura y el Área Metropolitana de Bucaramanga, no hay acuerdo entre las entidades ni se destinan los recursos para su realización. Sólo hasta el presente año se destinó una modesta apropiación presupuestal para realizar una labor de identificación preliminar de bienes de interés cultural.

En noviembre de 2007, se creó el consejo superior asesor de patrimonio cultural de la ciudad que como pudimos apreciar durante la realización del Primer Foro, ha encontrado dificultades para operar de manera permanente.

Preocupante es la situación de la Estación del Ferrocarril del Café Madrid, único Bien de Interés Cultural de carácter nacional que es propiedad del Municipio: al estar descuidado fue invadido por desplazados y su estado deja mucho que desear.

Desde lo nacional, la legislación y la normativa están planteadas para bienes declarados de ámbito nacional, dejando sin herramientas efectivas a los niveles departamental y municipal para ejercer controles y establecer reglamentaciones, ya que en teoría, deben dictaminar su propia legislación al respecto; el acceso a los cada vez más exiguos recursos de orden nacional se enreda en los vericuetos de las burocracias de todos los niveles.

Las acciones sobre lo que es de competencia del nivel central en lo local son difusas: no hay claridad de la participación en la restauración del edificio del Antiguo Colegio del Pilar; se está a la espera de la definición de la necesidad de realización de los Planes Especiales de Manejo y Protección de los BIC de carácter nacional, y en caso afirmativo, la asignación de recursos para ello.

Como punto interesante, cabe acotar que la ciudad cuenta con un inventario de bienes muebles de interés cultural en espacio público realizado por el Museo de Arte Moderno de Bucaramanga por encargo de la administración municipal.

Estos ejemplos puntuales nos llevan a la revisión de la acción del estado frente al patrimonio: ¿Es falta de conocimiento, desinterés, personal no capacitado ni calificado o una simple falta de voluntad política lo que ha llevado a la situación actual?

ACCIONES PRIVADAS
En general la actuación privada frente al patrimonio es insensible, al no contar con declaratorias que lo reglamenten y protejan, no es tenido en cuenta y como ya se enunció anteriormente, prima la rentabilidad del suelo sobre cualquier otra consideración, con la excepción de la intervención para la recuperación de la “Casa de las Navas”, la tendencia general es descuidar las edificaciones hasta que el deterioro lamentablemente termine por derribarlas o sencillamente derribar todo sin consideraciones para dar espacio a edificios en altura.

En lo referente a los establecimientos de educación superior la incipiente labor de concientización a través de asignaturas con temas de patrimonio en algunas carreras, aún no muestra resultados.


PARA FINALIZAR
El caso de Bucaramanga, nos refiere más que todo a elementos puntuales, muy pocos conjuntos o agrupaciones están en ese listado del imaginario del ciudadano lego o del experto, bástese el caso del conjunto Plaza Mayor de la Ciudadela Real de Minas puesto junto a barrios como la Aurora, Bolarquí, Sotomayor, Diamante II o agrupaciones como Conucos y Neptuno por mencionar solo unos cuantos.

Pretender un conservadurismo per-se, es una posición ilógica, la museificación no es una opción que garantice la sostenibilidad; las dinámicas poblacionales y de comportamiento de las ciudades y sus territorios, sus habitantes – residentes- ciudadanos, no hacen viable esta proposición, pero tampoco la nueva moda de la renovación urbana a partir de la demolición de lo existente, opciones intermedias requieren acciones que aunque permitan la preservación de la memoria y del patrimonio, lo hagan también con la recuperación y revitalización de sectores urbanos que de otra manera están condenados a la degradación, desaparición y olvido.

Es vital y urgente la realización de un inventario de patrimonio técnico y científico que permita establecer la real dimensión del patrimonio y las acciones para garantizar la preservación de la memoria en convivencia armónica con una ciudad que vive un constante cambio y requiere espacios para su renovación.

Se requiere un compromiso real de los entes estatales frente al patrimonio, que permita por una parte el conocimiento y por otra las actuaciones sobre el mismo a la sociedad mediante la normatización tendiente a su protección y preservación, incentivando la participación ciudadana. Las campañas y acciones de los grupos de vigías en la ciudad deben ser dirigidas a un público cada vez más amplio para generar conciencia ciudadana sobre el mismo. Aunado a esto, la vinculación formal de la academia es crucial

miércoles, enero 28, 2009

PATRIMONIO, MEMORIA, IDENTIDAD…

Patrimonio, memoria, identidad, palabras que representan conceptos, ideales, afianzamiento, las raíces del ser humano y el colectivo social en que se desenvuelve y desarrolla su vida. Así como un árbol es tan fuerte como el afianzamiento de sus raíces en la tierra se lo permite para tomar su alimento, y proyectar sus ramas hacia el cielo, de igual manera la memoria y con ello el patrimonio ponen las bases de la identidad en un colectivo humano y su cohesión hacia un objetivo una mirada un sueño o un ideal conjunto desde el presente hacia un futuro, contemplando lo que se dejará como un legado a las generaciones subsiguientes, si es que se logra ese acuerdo.

Realizar un recuento a manera de diagnóstico sobre el Patrimonio en el Departamento de Santander nos lleva a un recorrido largo y extenso de trabajos de iniciativa ante todo, personal, realizados en la medida que se tiene acceso a exiguos recursos, provenientes en general del estado al final de una fatigosa, desgastante y extenuante labor de gestión para obtenerlos; del mismo modo, la financiación privada conlleva una labor igual.

La riqueza patrimonial del Departamento de Santander es invaluable, tanto en lo natural como en lo cultural, la conformación geográfica misma del territorio permite la coexistencia de multiculturalidades con sus respectivas expresiones y, el patrimonio acumulado durante los años es para nada despreciable.

El patrimonio natural del Departamento, constituido por su paisaje, montañas, ríos, cascadas y caídas de agua, grutas y cuevas, depresiones y el majestuoso cañón del río Chicamocha, es invaluable y majestuoso, por fortuna, la falta de vías ha permitido su permanencia en el tiempo, protegiéndolo del impacto negativo que podría originar un turismo incontrolado y mal educado, tanto en lo cultural como en lo ambiental y por supuesto en lo patrimonial. Lastimosamente, el sector turístico se ha tornado en una alternativa de generación de recursos económicos, y con ello se inicia el proceso de querer atraer estos recursos por lo que es necesario un trabajo mancomunado desde lo cultural, lo ambiental y lo turístico, para que este sea un factor de desarrollo con impacto positivo.

El patrimonio cultural del departamento es tanto o más rico, la diversidad de climas y culturas han permitido el surgimiento de innumerables manifestaciones dejado legados únicos: el lenguaje propio del santandereano, que preserva costumbrismos de la conquista y colonia española junto al casi desaparecido legado ancestral indígena, preservado al interior del territorio y que en ocasiones hace necesario la explicación de su sentido y significado. La riqueza gastronómica que permite tres o cuatro maneras de presentar la arepa, el cabrito y el mute platos típicos de la región andina y del departamento; el sancocho, común a todo el territorio del departamento; la preservación de platos propios de zonas específicas o la muy particular manera de presentar y servir el tamal; en este tema merecerían capítulo aparte el bocadillo veleño y las hormigas culonas sin lugar a dudas los más grandes embajadores de la cultura santandereana. El vestuario del campesino de la región andina, cuya lectura se ha perdido en el tiempo y muy pocos logran distinguir a simple vista de qué región se procede según el uso de un pañuelo, los ornamentos de las blusas y faldas de los atuendos femeninos o las a veces no tan sutiles diferencias en el sombrero.

La riqueza de la producción musical del pasado que tiene sus más reconocidos referentes en la región andina del departamento, sin que por ello carezca de mérito la tradición musical ribereña, al interior del departamento se aprende la interpretación desde casa y luego se pule por fuera, en la escuela. En este sentido se presenta el rescate del “moño” y del baile del torbellino. Y con esto, la tradición de la feria, para compartir y departir, ferias de origen religioso o laico, donde orgullosamente se mostraba el fruto del trabajo: frutos de la tierra, ganado, artesanía y el desfile de las delegaciones que recuerdan la llegada grupal de los campesinos al centro poblado, transformado con el tiempo en desfile de carrozas. La artesanía, herencia indígena representada en los tejidos y la cerámica, tejidos que han perdurado en el tiempo, materiales, tramas, colores, preservados en museos y perdidos del uso común.

La tradición oral, se mantiene por milagro pues a las nuevas generaciones les atrae otro tipo de historia.

La preservación de la memoria en museos, casas de la cultura y bibliotecas es bastante más que precaria: colecciones de distinto orden, que con muy pocas excepciones has sido reunidas con buenas intenciones y poca asesoría técnica para su catalogación, montaje y exhibición, mostradas en una muestra variopinta de objetos y temáticas. La arqueología se representa en piezas procedentes mayormente de guaquería y no de exploraciones arqueológicas; los valiosos tomos de la biblioteca departamental guardados en cajas sin la más mínima protección; archivos carentes de las condiciones adecuadas para la preservación de los documentos, que a su vez no se encuentran debidamente clasificados ni catalogados. El arte religioso, bajo la responsabilidad de las instituciones religiosas tampoco ha sido inventariado.

Sólo existe en el departamento una escuela – taller de artes y oficios, creada por iniciativa privada y funcionando con apoyo de recursos estatales y de cooperación internacional, gracias a la gestión de sus organizadores.

De igual manera, los pocos grupos de vigías de patrimonio que existen en el departamento, muestran poca presencia y no aparecen en el listado de la página web del Ministerio de Cultura.

El patrimonio inmueble, el más visible y conocido, se percibe más como un problema para el desarrollo que como la riqueza cultural que es. El departamento es uno de los más ricos en cuanto a éste, no por la presencia de impresionantes elementos arquitectónicos sino por la presencia del patrimonio modesto en todo su territorio y el estado general de los conjuntos urbanos, que gracias a la falta de recursos han podido ser preservados de la desaparición por el avance del “desarrollo y la modernidad” representado en “obras de cemento”. Cuatro Centros Históricos declarados Patrimonio Cultural de Ámbito Nacional (lo que antes se conocía como Monumento Nacional) que están a la espera de la formulación de sus Planes Especiales de Manejo y Protección, estudios de reglamentación de marcos de plaza para once municipios y un corregimiento que nunca se adoptaron por parte de las administraciones municipales. Treinta y cuatro estaciones de ferrocarril por inventariar y esclarecer su real situación y valor. Los caminos indígenas, reales y de Lenguerke en peligro de desaparición. Innumerables muestras de edilicia desaparecida y amenazada de desaparición. La realización del Inventario de Patrimonio Cultural Inmueble del Departamento, deja establecido un principio de acciones a ser realizadas en el tiempo no definido de las voluntades políticas.

Planes de Ordenamiento Territorial que cuando reconocen la presencia del patrimonio cultural inmueble, preservan fachadas pero desatienden el objeto y el conjunto urbano en el que se incluye, desconociendo espacialidad, lenguaje formal, materiales y centros de manzana.

Acciones municipales independientes y descoordinadas de las instancias departamentales y nacionales que han permitido declaratorias de ámbito local sin tener el respaldo y la asesoría necesarios y adecuados para su manejo y protección, basados en el sentir local y sin el soporte de estudios profundos.

Se percibe la ausencia de profesionales calificados para el trabajo en el área de patrimonio cultural, dos facultades de arquitectura que no tienen en sus respectivos pensum asignaturas de patrimonio ni siquiera como electivas complementarias; ingenieros civiles que descalifican la arquitectura de tierra; historiadores y sociólogos enfocados a otras instancias; músicos, hoteleros, programas de turismo y comunicadores ídem y falta de programas académicos en el campo de la gestión, ponen de presente el distanciamiento de la academia respecto al tema de patrimonio, siendo el programa “Por los caminos del gran Santander”, patrocinado por la Universidad Santo Tomás de Aquino – Seccional Bucaramanga, el único elemento visible del interés de la academia por el patrimonio y la memoria.

A todo esto se suma la actuación de las instancias estatales, percibida como ineficaz, ineficiente, con pobres resultados en la coordinación, gestión y acciones en el sector. La lentitud de los trámites y el evidente manejo anti técnico aunado a los exiguos recursos que se destinan al patrimonio cultural inmueble hacen más difícil su preservación. El desconocimiento de la legislación y la normativa admite la descoordinación de los niveles nacional, departamental y municipal, hecho que permite las acciones locales avaladas por el nivel nacional con el desconocimiento del nivel departamental, o casos como el de la aprobación del plan de turismo para San Juan Girón, que tiene serios cuestionamientos desde el ámbito del patrimonio.

Funcionarios a los que se descalifica por parte del sector debido a su desconocimiento y falta de interés por el mismo. La ausencia de archivos organizados, listados representativos, directorios e inventarios al interior de las entidades estatales y para conocimiento público, la falta de estudios serios, técnicos y documentados para preservación de la memoria y un Consejo Departamental de Patrimonio que a la fecha no ha entrado en funcionamiento, muestran un triste panorama del patrimonio cultural y de la preservación de la memoria.

Se propone entonces actuar en 3 sentidos:

1. Conocimiento, reconocimiento y proyección

Divulgación de la legislación cultural

Investigación y documentación del patrimonio cultural a través de listados representativos, directorios, inventarios.

Difusión y fomento a través del desarrollo de programas y proyectos que motiven la participación comunitaria en torno a su identificación, preservación, difusión y sostenibilidad, entre ellos los programas de vigías del patrimonio y las escuelas – taller.

Celebración del mes del patrimonio

Declaratorias de Bienes de Interés Cultural del Departamento de Ámbito departamental y municipal

Mapeo departamental del sector

Sistema de información de inventario y registro del Patrimonio Cultural del Departamento

Publicaciones periódicas especializadas en el tema

2. Formación y estímulos

Revisión de los contenidos de los PEI en las áreas de ciencias sociales

Inclusión de asignaturas de patrimonio en los pensum de las carreras universitarias.

Becas de estudios para posgrados

Bolsas de trabajo para investigación

Formación de gestores de patrimonio cultural

Aplicación del régimen de incentivos al Patrimonio Cultural

3. Gestión

Establecer las líneas de acción para las actuaciones sobre el patrimonio de manera transversal e intersectorial

Recomposición del manejo cultural del departamento a través de una “gerencia de cultura”.

Implementación de los mecanismos y herramientas del Sistema Nacional de Patrimonio Cultural.

Operativización del Consejo Departamental de Patrimonio

Operativización de las redes de museos, casas de cultura y bibliotecas

Establecer los lineamientos de formulación de los planes departamental y municipales de turismo teniendo como base el patrimonio.

Formular los Planes de Manejo y Protección de los Bienes de Interés Cultural del departamento en conjunto con la nación (Ministerio de Cultura) y los municipios

Supervigilancia sobre la aplicación de los recursos de la cultura

Incentivar la formulación de proyectos y el acceso a recursos de la Cooperación Internacional

sábado, enero 17, 2009

Columna Profana III

CONSIDERACIONES SOBRE EL MANEJO Y PRESERVACION DEL PATRIMONIO ARQUITECTONICO EN EL AREA DE INFLUENCIA DEL CORREDOR TURISTICO DE SANTANDER

La promulgación de la creación del CORREDOR TURISTICO en el Departamento de Santander genera muchisimas oportunidades para los municipios que lo conforman.

Aparte de los lineamientos a tener en cuenta para la implementación de los servicios turísticos, como determinar el tipo de turistas al que estará dirigido, la infraestructura requerida para atenderlos, la demanda de servicios básicos, el estudio y propuestas para el manejo del impacto ambiental de la presencia del turista tanto en los recursos naturales como en la cultura y los valores de los habitantes de la región.

Más allá, y corriendo paralelas a estas consideraciones, hay que incluir en este listado el manejo y la preservación del patrimonio arquitectónico de la región.

Por estar involucrados municipios de tanta riqueza cultural (contemplando allí historia, arquitectura, paisaje, entre muchas otras cosas) hay que ser muy cuidadosos en el manejo de su patrimonio; municipios como Socorro, San Gil y Barichara, que poseen una riqueza histórico - arquitectónica reconocida por la Nación a través de la declaratoria de Monumento Nacional de sus Centros Históricos y que por falta de información de sus habitantes y dirigentes se desvirtúan constantemente los parámetros para su manejo, usos e intervenciones en ellos.

Socorro y Barichara tienen además delimitados sus centros históricos y reglamentadas las intervenciones en ellos, aunque la del Socorro está pidiendo con urgencia una revisión y actualización.

El caso de San Gil es un poco más difícil pues no se delimitó el centro histórico, hacer esto requiere hoy el concurso de su dirigencia pero ante todo el consenso de la ciudadanía para prestar su colaboración y entendimiento tanto al proceso de la delimitación como a la valoración de su patrimonio sin caer en las falsas creencias que abundan en el país sobre la oposición conceptual entre progreso y preservación de entornos urbanos, ó en la aún peor de las acciones en el manejo del patrimonio arquitectónico, una escuela tristemente célebre y reconocida en el mundo como GUATAVITISMO nacida del pecado de la buena intención que creó a “Guatavita la Nueva” como un pueblito blanco, de tejas de barro y calles empedradas que puede ser muy agradable para algunos pero en todo caso un falso histórico que engaña al público en general y que costó mucho a los habitantes adaptarse a un diseño “moderno y funcional” algo alejado de las costumbres propias de ellos.

Es también muy común en Colombia pensar en tener estos pueblitos como un pequeño ponquecito blanco, impecable e intocado, perfectamente conservado (más diría yo “restaurado”) sólo para uso y disfrute de los visitantes y absolutamente vedado a mostrar el transcurrir propio de la vida de sus habitantes; el triste ejemplo digno de evitar, de lo que acontecía con Villa de Leyva y su plaza principal en las noches de los fines de semana.

O también la irresponsable actitud de los citadinos foraneos que piensan en la envidia que despertaran en su círculo de amigos y allegados al lucir su última adquisición de viaje o de anticuario: bellisimas ventanas, puertas, celosías, molduras y un sin fin más de elementos fruto de la rapiña depredadora que acabó por ejemplo, con los modestos elementos originales de la carpintería doméstica del Centro Histórico del Socorro, muy bien acompañada de la inconsciencia ciudadana y alguna suma de dinero a cambio de su “vieja” pieza de carpintería, alfarería, cantería, etc.

Lo que mayor tristeza causa de todo esto es la dualidad de conceptos presentes en los entes estatales que se involucran en este tema, pues mientras unos entes promueven el “desarrollo” acabando (arrasando diría yo) la memoria urbana bien sea con demoliciones o con intervenciones nada respetuosas; otros libran batallas casi campales para convencer a todos los interesados en el progreso en emplear manejos adecuados sobre estas memorias, siendo clarísimo ejemplo de esto las diferencias conceptuales entre el nuevo manejo del centro de Santafé de Bogotá en especial el barrio La Candelaria o la campaña de preservación del barrio Teusaquillo y el manejo del centro y los barrios tradicionales de Bucaramanga como Bolarquí, San Alonso o El Campestre, sólo por ilustrar ejemplos relativamente cercanos geográficamente a Bucaramanga.

Estamos apenas a tiempo de proponer por parte de los municipios de Santander que forman parte del Corredor Turístico un manejo de los centros urbanos y centros históricos planes de manejo y protección acordes a los lineamientos de preservación que están establecidos por la Ley y de ser necesario se puede acudir a la experiencia de otros municipios y de otras naciones y a la atenta colaboración de naciones europeas cuyo proceso evolutivo y patrones culturales han sido distintos a los nuestros pero sus experiencias en el manejo del patrimonio van mucho más adelante que las nuestras y sobre todo, la orientación de la preservación hacia el servicio del turismo, nos puede llevar a fijar los términos de referencia para fijar la regulación de las nuevas áreas urbanas que sean requeridas por las proyecciones del desarrollo de estos municipios para lo cual se requiere un serio compromiso y alto sentido ético con una amplia visión del patrimonio hacia el futuro por parte de las firmas y profesionales que asesoren el proceso de formulación y ejecución de estos planes de desarrollo, de los cuales serán elementos imprescindibles los habitantes y los profesionales formados y que estén en ejercicio en la zona del corredor turístico.